Os puede parecer increíble lo que os voy a contar, pero es real. Tal vez el Covid ha hecho descubrir a algunas personas lo que es el “hambre de piel”, pero es un fenómeno que ya existe desde hace mucho. Se llama “hambre de piel” a daños neurológicos e incluso físicos para la salud asociados a la privación del afecto. ES SORPRENDENTE. Daños neurológicos e incluso físicos, y todo ello motivado por la falta de afecto. Si buscáis información más precisa al respecto, la encontrareis sin ningún tipo de duda. Como os comentaba al inicio, no es algo nuevo, simplemente que ahora se ha extendido un poco más de lo habitual. Hace no mucho leí que una vecina le podía a otra si le podía dar un abrazo, porque lo necesitaba, lo echaba de menos, vecina por cierto con la que nunca se había abrazado. Hace ya años había visto a gente por la calle con un cartel que ponía “Regalo abrazos”, y me pareció cuanto menos curioso. Lo cierto es que se acercaban personas de cualquier tipo y edad y se abrazaban a este desconocido. En este caso, el afecto al que se refiere, y por eso tiene este curioso nombre, es el afecto que se da con un abrazo, una caricia e incluso un beso en la mejilla. Cosas que han dejado en un futuro incierto esta pandemia que nos asola. Entre otras muchas cosas. Por lo visto, cuando tocamos la piel el sistema nervioso se desacelera, bajan el ritmo cardíaco y la presión sanguínea y las ondas cerebrales muestran relajación. También bajan los niveles de las hormonas del estrés, como el cortisol. Además, en el contacto físico también aumentan los niveles de oxitocina y la hormona del amor, que ayuda a crear vínculos sociales. Todas estas cosas, y solo hablamos de tocarnos con afecto, con cariño, que en ningún momento nadie mezcle esto con un tema sexual, porque está completamente fuera de lugar. Podréis encontrar estudios realizados con monos donde antes se prefiere un contacto con una madre falsa o un muñeco que la comida. Esto os puede dar una pequeña idea de lo importante que es el contacto humano. Dicen incluso que los abrazos y las caricias también contribuyen a fortalecer el sistema inmunológico. Por todo esto que os comento, por todo lo que vosotros además podéis llegar a informaros, os animo a que no os quedéis aislados cuando os sentís mal. Cuando algo no sale como queremos. Y si no sabéis dónde encontrar ese abrazo, os voy a dar dos posibilidades: una, salir con un cartel que ponga “Regalo abrazos”, y dos, decírmelo a mí, que estaré encantando de daros un cálido y gran abrazo.
Juan Juncosa
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